NUTRICION Y SALUD MENTAL
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¿QUÉ OPINÁIS? Nutrición sana y consciente: En busca de la verdadera libertad

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Mensaje  Admin Lun Dic 03, 2012 4:19 am

Creemos ser libres, pero no es así. Y en los albores del nuevo milenio, aparece en nuestra avanzada y moderna sociedad occidental una nueva forma de esclavitud, tan insidiosa, sutil y contagiosa como fuera la lepra en la Edad Media: La imposición de la delgadez.


Esta obsesión, casi sin límite, por el culto al cuerpo y por adelgazar, es propia de los países económicamente más avanzados desde los años sesenta. A medida que han ido transcurriendo los años, ha ido aumentando la imposición de los valores estéticos del cuerpo joven al máximo, sin imperfecciones y cada vez más delgado. Estos valores se imponen principalmente a las mujeres, por medio de diversos canales, entre los que destacan la publicidad y la moda. Además se asocian, de manera ilógica e irracional, al éxito, a la felicidad y, lo que es más peligroso, a la salud. Pero la realidad es que los métodos habituales para “rejuvenecer” rostros y cuerpos, eliminar imperfecciones y adelgazar suelen ser caros, peligrosos y muchas veces exentos de controles médicos mínimos. La condena de la gordura, la carrera sin fin hacia la perfección y la ausencia de curvas y formas típicamente femeninas desencadena, sobre todo en las mujeres, un creciente número de trastornos alimentarios. Entre ellos cabe destacar la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón.


En una encuesta realizada por el CIS en el año 1999, prácticamente la mitad de los españoles encuestados ya señalaban dos factores como origen principal de los trastornos alimentarios: La obsesión por el peso y el culto al aspecto físico que existe en nuestra sociedad. De manera más concreta, se apuntaron como causas más frecuentes de estos trastornos la moda de la delgadez, la publicidad que incita a adelgazar y la propaganda que se da a las modelos de pasarela, muchas con consabido infrapeso, convirtiéndolas en patrones a imitar.


Incluso desde el Senado se propuso ese mismo año un Pacto Social, promovido desde diversos Ministerios, entidades sanitarias y sociales, asociaciones de publicistas, de consumidores y un largo etcétera. El objetivo era denunciar el excesivo culto al cuerpo, la crisis de la familia como transmisora de hábitos saludables, las dietas engañosas y los métodos de adelgazamiento carentes de rigor sanitario. Se establecieron métodos de control de la publicidad y regulación de tallas en los comercios de ropa. Incluso se llegó a prohibir desfilar a modelos con síntomas de anorexia o con infrapeso en la pasarela Cibeles.


No obstante la adopción de estas medidas, el bombardeo sociocultural imponiendo la delgadez excesiva sigue vigente en la publicidad, el cine, la televisión, la moda, los comercios y el negocio de las dietas y productos para adelgazar. Recientemente, en una investigación de Allen, en el 2008, se constataba que la preocupación por el peso, el seguimiento de dietas, la condena de la gordura y la exaltación de la esbeltez están ampliamente extendidos, incluso en la población no diagnosticada de trastorno alimentario. De hecho, se consideran “normales” e incluso en ciertos contextos se recomiendan prácticas de riesgo propias de los trastornos alimentarios: pesarse frecuentemente, practicar ejercicio de manera forzada, saltarse comidas, ingerir cada vez mayor proporción de productos “light”, restringir al máximo grasas o líquidos en nuestra alimentación cotidiana, alimentarse a base de platos ligeros, consumir pocas calorías al día (regímenes hipocalóricos), tomar laxantes o diuréticos sin indicación médica expresa, tomar saunas o baños de vapor para perder líquidos, etc. Otro riesgo actual son los valores y actitudes que se propician, que son los mismos que encontramos en las personas enfermas de anorexia nerviosa: El hiperautocontrol, la disciplina, la competitividad, el deseo de éxito y de poder.


En numerosos estudios, como los de Perpiñá y Baños o los de Toro, se constata que entre las mujeres, y sobre todo ente las adolescentes, existen muchos factores de riesgo para generar un trastorno de la alimentación: Y es que entre la mayoría de las españolas por debajo de la cincuentena, aunque tengan un peso normal o incluso infrapeso, predomina el miedo a engordar, el deseo de adelgazar y la creencia de que el peso o la talla son mayores de lo que son en realidad.


Estas mujeres han crecido en la sociedad obsesionada con el culto al cuerpo, y al cuerpo “delgado” que se inició en los años sesenta, y se han “alimentado” de estos patrones de belleza y éxito social.


En este caldo de cultivo, los problemas emocionales, familiares, la autoimagen negativa y la baja autoestima, son los principales detonantes para que todos estos conflictos psicológicos se focalicen en el cuerpo y en la alimentación.


Por eso es importante detectar las enormes, invasivas y tan habituales influencias de nuestro contexto sobre nuestra obsesión con el cuerpo, y sobre nuestros problemas con la alimentación. Una nutrición sana, consciente y enfocada a la salud es lo deseable en todas las personas, es lo que merecemos. Merecemos ser libres, merecemos ser sanos.

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